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lunes, 8 de febrero de 2010

En el aeropuerto

I
Madrugada

Silencioso y cálido aeropuerto,
estanque de madera congelado
de tablas y metal entreverado;
cuerpo de hierros hacia el techo abierto,
piernas que soportan el peso muerto
del edificio al cielo consagrado
por donde me arrastro aún destemplado
sin ganas, sin destino o rumbo cierto.
Hastío de los pocos que ocupamos
las sillas grises junto a la salida.
Sabemos que hoy tampoco nos vamos,
que de aquí no es posible nuestra huida.
Es ésta prisión en la que moramos
los necios vencedores de la vida.


II
Desayuno

Verde, rojo y blanco son los colores
que me vacían hoy, en la mañana
aséptica, fría y estéril, vana.
De colonias se mezclan los olores,
del café y del zumo los sabores.
Personas delgadas, comida sana;
miradas que se cruzan con desgana
altivos y elegantes triunfadores.
Quisiera pensar que eres distinta,
un hada, una puerta al mundo real,
de mil aventuras papel y tinta,
singular punto espacio temporal
que en mí romperá el lazo de la cinta
que ata con fuerza el alma mortal.


III
Divers

De libros las pirámides perfectas,
calladas y solemnes, en silencio,
aguardan, esperan ver qué sentencio.
Las dependientas miran circunspectas
mientras hojeo páginas selectas.
Con gesto grave leo y diferencio
entre los autores que reverencio
y las novedades sobre las sectas,
panfletos de gurús y mucho más.
Ofertas que chispean y relucen.
¿Con cuál de estas obras me guiarás?
Imagino tus manos, me conducen
por letras que no leeré jamás;
vuelven los fantasmas, se reproducen.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En este poema has echado todas las castañas al fuego amigo...¡¡QUE HERMOSO!!

Muchas felicitaciones...

Jose Zúñiga dijo...

Fértil te veo, Rafael. Así da gusto.
Un abrazo.

Rafael Arenas García dijo...

Gracias Adelfa! Un abrazo.

Rafael Arenas García dijo...

Es lo que tienen los aeropuertos Jose: dan mucho que escribir. Un abrazo

Meri Pas Blanquer dijo...

Supongo que sus manos te han de conducir por letras que si leerás, en madrugadas no tan frías.
Y la puerta al mundo real... ésa, la tienes que abrir tú solo.

Un placer leerte.

Rafael Arenas García dijo...

Aciertas, Meri Pas. Sabes encontrar el punto de verdad que esconde la ficción. Saludos.