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martes, 30 de diciembre de 2014

Súbita luz II

Súbita luz que me rodea, toda;
los párpados cerrados;
inicio de un ascenso.
Flota en la noche.
Tersos canalillos de sangre rosa
contra el blanco y la carne.
Tu peso se diluye en la cabina,
que sisea cortando el aire negro.
Si ella llegara y tú no estuvieras,
si te visitara, ¿lo sentirías?
¿o tan solo desaparecerías?
En las noches siniestras en que viajas
estás tan profundamente cansado
que si no fuera por los otros,
los otros pasajeros, claro;
te dormirías.
¡Adiós!


martes, 9 de septiembre de 2014

Transcendencia

Llegará el día en que tan solo sea
de un brazo y de una mano en la noche,
bajo los fuegos, infantil recuerdo.


miércoles, 23 de abril de 2014

Sant Jordi

Sant Jordi,
meu senyor imaginat,
guardià d'aquesta terra
i de la seva gent;
que en aquest temps difícil,
ens conservis el seny;
que tú, i jo, i tots nosaltres
busquem allò que vol
aquell qui està al costat;
deslliura'ns de pensar:
"meva és la veritat".
Que en català i castellà,
àrab, rus o italià
siguin sempre les paraules
raons i caritat
per a entendre el germà



San Jorge,
señor imaginado,
guardian de esta tierra
y de todas sus gentes;
en los tiempos difíciles
mantennos el sentido;
que tú y yo, que nosotros
busquemos lo que quiere
quien tenemos al lado;
líbranos de pensar:
"mía es la verdad".
Que en catalán y español,
chino, ruso o francés,
sean siempre las palabras
caridad y razones
para al hermano amar.

lunes, 21 de abril de 2014

Caballo en Normandía

Bebe incansable el caballo
sobre la mar abocado.
Gris en el costado,
ojo entrecerrado,
oreja atenta,
verde lomo de
gigante congelado.

Foto de Stefan Leible

lunes, 10 de marzo de 2014

Canto de Ira y Fuego 2014

Una mano pequeña
te agarra como ancla;
es tan sólo un recuerdo
en la fría mañana.
Otros recuerdos vienen,
son los que te acompañan
desde aquel otro día,
gris memoria lejana.
Otra mano a lo lejos
que por ti se agitaba;
El asesino azul
tranquilo te aguardaba.
Pero antes las piedras
con sangre han sido untadas.
Él quedó en el camino
y en tu alma su mirada.
Ahora la estás viendo,
aquí, en esta mañana,
definitiva, ardiente,
caótica y extraña.

La sal seca la boca,
la ropa está mojada,
horizonte lejano,
miedo al crujir las tablas.

Regresabas del campo
cuando viste las llamas
cuando oíste los gritos,
tu nombre pronunciaban;
un silbido en el aire
te trajo la desgracia.
Aceptas el periódico
que en el metro regalan
te aprietas contra tantos
que el mismo aire exhalan.
¿Acaso hay diferencias
entre los que para vivir trabajan?

Una mano en el culo,
tragas saliva, pasas.
Los ojos distraídos
se fijan en su cara.
Guapa, morena, pálida.
Le clava la mirada,
ella también le mira,
parece contrariada.
Quiero olvidar su gesto
cuando el café tomaba,
y el sabor de su piel
cuando con él follaba.
Hoy acabo el informe
y hago ya la llamada.
Si estamos a primeros,
otro mes sin la paga,
cogeré los ahorros
para el envío a casa.
Es guapo el tío negro,
lástima que no vaya
al bar en el que entro;
que baje en mi parada,
le sigo, me lo cruzo,
caída de pestañas.
¿Y el móvil, dónde está?

Como cada mañana
entra en la habitación,
igual que la dejara
el día de desgracia;
bueno, hecha la cama.
La arregló el mismo día
al regresar a casa.
Vio en la mesita el móvil
que entonces olvidara
encendido y abierto;
y que ahora muerto también estaba.

En el Cielo tus hijos
están, a ti te aguardan.
Grita y golpea airado
ante las cajas blancas,
blancas como el metal
del cajón en que viaja.
De pie echa la cuenta
de lo que aún le falta
para acabar el pago
de la pierna moderna
que a su hija regala.
Sabe que allá muy lejos
ella por ella aguarda.
Ahora busca sombra
donde antes jugaba
¿Cuánto dinero cuestan
de un pájaro las alas?
Las manos en los guantes,
todo fluye y encaja,
incluso el traqueteo
con su mente acompasa.
Tranquilo en su palacio
goza de la mañana.
De nuevo han fracasado
los que la paz pactaban.
Superficial artículo,
por algo lo regalan,
luego lo mirará
en...
...y todo estalla.

Sí que es malo el café
del bar de la parada;
pero ella que no tiene
se siente como en casa
entre ruido de trenes
y churros en la barra.
De repente el estruendo
y el mundo que se acaba.
No te puedes mover,
estás petrificada.
El bar es un dibujo
de gente estupefacta.
Tiras del compañero,
hacia el andén avanzas.
Del túnel salir ves
el primer cadáver de la mañana.
Rojo, azul, alarido;
del infierno la entrada.
Tienes que ir, ahí.

Oscuro alrededor,
agua y sangre en la espalda.
Echa en falta su guante,
la mano que guardaba
y el brazo que movía
el mundo en que gozaba.
Fulgores de linternas,
una voz que le llama.
Vio el fuego, oyó la bomba;
la chica se quemaba,
su rostro se fundió;
el fuego rojo avanza
hacia él, indefenso,
la llama ya le mata.
En las piernas temblor,
los hierros ella salta,
la sigues, entras, rezas.

El silencio, el dolor;
muerte bajo la carpa.
Lloran y se estremecen
los que en ella trabajan
cuando en un móvil vivo
se oye la llamada
por la que amante, amigo,
padre, madre o hermana
palabras de un cadáver
con angustia reclaman.
Ve la sábana blanca,
encima la tarjeta,
alguien ya la levanta.
Pues sí, ha sucedido
un mundo así se acaba.
Unos ojos cerrados,
sangre seca en la cara,
no más mañanas juntos
perreando en la cama.
Muchos años después
aún recuerda aquella blanca mortaja,
de la que es una copia
la que la luz le tapa.

Llevas en ti la muerte
y un recuerdo en el alma.
El dolor es más fuerte,
sientes como te abraza,
casi te reconforta
en esta hora amarga.
Si tus hijos vivieran...
los sientes a tu espalda,
pronto serán reales;
muerte en vida tornada.
Hoy tiemblan los maestros
que a las cinco aguardan
a los que recogen
esta preciosa carga.
¿Alguno no vendrá?
No aguantan las miradas
que los chavales serios
asustados les lanzan.

La estación está cerca,
los pasos no engañan.
Primaveral calor
de la luz en la cara;
fúnebre negra máscara.
Color de la mañana,
que tras ella se oculta,
ven a mi y me regalas
tan solo dos minutos
para ver la muchacha,
perfume penetrante,
que tan suave me habla.

¡Oh, tristes odios imperecederos!




jueves, 16 de enero de 2014

Hambre

Recae en mí el hambre de mis abuelos.
Cien generaciones me precedieron
en la miseria ancestral.
Esclavos, campesinos, humillados,
sometidos.
Una duda que es una certeza,
una certeza que es una duda,
was sie waren, bin ich.
El calor de las aulas acomoda
el frío de los inviernos sin techo.
Cubos grises crecen en las afueras
de la ciudad inhóspita
[(Madrid) es una ciudad vencida
enterrada en el aire gris,
polvo sobre una tumba en el desierto
castellano]
y albergan sueños de felicidad.
Lejos queda la mugre de los campos,
la suciedad de las hormigoneras.
El papel en blanco es un desafío,
un campo de batalla... nevado.
Llegar a la muerte sin conocer
la suela de la bota del señor.
Llegar a la muerte sin padecer
hambre, pobreza, miseria.
Llegar a la muerte, llegar ¡triunfante!


(Foto: Manu Arenas)