En el tablero aguardamos
en silencio agrupados, recogidos.
Más allá del blanco y del negro, otros
que como nosotros también esperan.
Cruz sobre blancas cabezas.
Piafan caballos silentes
junto a torres y alfiles.
La mano que nos guía
abre la batalla inicial, final,
la batalla.
Siempre adelante,
matando en diagonal,
Defendiendo, cubriendo
una casilla más.
Ya el tablero desnudo está,
tan solo uno aguarda el final.
Un rey poderoso
que por mi mano
morirá
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