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sábado, 15 de mayo de 2010

Revolución

Últimamente hay cierta crispación en el ambiente; crispación que, por otra parte, está bastante justificada. Recupero esta entrada de hace seis meses con la intención explícita de motivar a la calma: las revoluciones se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban, y es bueno antes de hacer nada tener un plan. Creo que el momento exige mucha, mucha reflexión, y de esto último nos falta, nos falta bastante. Conviene pensar antes de actuar.

Cuelgan cadáveres de las farolas;
hombres, mujeres; brazos y pies desnudos;
jirones de carne azul bajo la lluvia.
Se hace de noche en la ciudad silenciosa,
devoran las llamas papeles y edificios.
Se cierra el día y las puertas son condenadas.
Quedan francas las casas de los muertos
que cuelgan de lo alto de las farolas,
péndulos sobre vómitos y excrementos.
Ya no son nada,
adornos en las aceras de la ciudad,
ojos de cristal, lenguas de cartón;
hay quien aún les espera con amor,
sin saber que sus manos están atadas,
que una cuerda aprieta su yugular,
que ya no son.
Restos de la ira, trigo molido,
uva macerada en el puño de la masa.
Del causante el cadáver las culpas paga
con ese voltear grotesco y lento
sobre sangre y excrementos.
Bajo la luna callada algunos se acercan y lloran
mientras otros escapan.
Ya nadie se acuerda de quien tensó la cuerda
que en cada farola una persona ahorcó.
Tan solo en esta noche oscura y fría
se aguarda en cada casa, en cada lupanar
que el sol que llegue alumbre
un mundo en libertad.
Un día es lo que tardarán
en descolgar los cadáveres de las farolas
y en sus despachos volverlos a colocar.



6 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

Creo que no es ahora tiempo de revoluciones. No sé si para bien o para mal, pero, como decíamos entonces, falla la superestructura. Y las condiciones objetivas, ay.
Siempre es bueno reflexionar.
Abrazo

Rafael Arenas García dijo...

Cómo se nota, Jose, que has estado en otras batallas. Coincido contigo, no es el momento... aún. Hay que construir primero el andamiaje teórico; de otra forma jugamos a la ruleta rus. Abrazos.

malena dijo...

Rafael, uno quisiera que esto no ocurriera, pero hay tanto cinismo entre quienes dominan el mundo..."la palabra clara, directa, dura, que denuncie y proponga, puede generar cambio"

estos son verdaderos versos para reflexionar.

buen fin de semana.

Rafael Arenas García dijo...

Hola Malena. Desde luego, vaya frase la que aportas. Ahí está casi todo. Una palabra clara, para que la entiendan todos; directa, que sepa presentar los elementos esenciales del problema y también los de la solución; dura, que conmueva y provoque la acción de quienes escuchan; que denuncie, que identifique los males (y los malos), que no se esconda en tecnicismos y que haga sonrojar y temblar a los responsables; y que proponga, que no se quede en la denuncia, sino que plantee soluciones, una vía para un mundo mejor; esa palabra, desde luego, puede generar cambio.
Añadiría que tiene que ser una palabra que se emita en voz muy alta, y para eso hay dos vías: o contar con la complicidad de medios de difusión de gran implantación, o bien armarse de paciencia y dejar que la semilla se desarrolle poco a poco. Tiene que ser, además, una palabra que hable en muchos idiomas, porque los cambios, ahora, solamente pueden ser globales, ningún cambio en un sólo país o en un grupo reducido de países es posible; y debe ser una palabra rigurosa; porque la comprensión de los mecanismos que hacen funcionar el mundo es indispensable para la acción.
Mucha tarea por delante; ojalá en no mucho tiempo se produzca ese cambio tan necesario.
Abrazos.

María Socorro Luis dijo...

Yo creo que somos -los jóvenes de ahora sobre todo- excesivamente pacientes y conformistas... No me entra en la cabeza, que no se pueda evitar todo lo que está pasando.

en fin... besos cómplices. Soco

Rafael Arenas García dijo...

Gracias por tus besos cómplices, Soco. Es cierto que hay cierto conformismo, quizás demasiado; pero entiendo que faltan elementos para saber contra quién rebelarse. Los jóvenes de hace cuarenta años eran hijos, de una forma o de otra, de construcciones teóricas muy sólidas (aunque estuvieran equivocadas). Desde principios del XIX se habían sucedido los pensadores, los análisis, la disección del capitalismo. Había ciertos elementos para la acción.
Actualmente lo que nos sorprende es que no sabemos qué es lo que está pasando. De alguna manera, esta oscuridad está detrás de la pasividad.
Besos.