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jueves, 7 de enero de 2010

Grecia



Para Blanca



Cálmate corazón,
reposa y mira, goza
del azul insondable, hasta el cielo,
del lecho cristalino de la mar.
Amarillo y verde, el viento les mece.
¡Ah! sutil armonía;
de lo alto desciende
una mano invisible que nos cubre
de perfumes y música;
se aquietan nuestros ojos,
se abren los oídos.
Tórnanse transparentes
cuerpos hermosos,
lánguidos en la tarde tremolante,
suaves sexos desnudos,
santos arcángeles inmaculados.
Sentimos cómo late el corazón
y la hierba en la espalda
que nos vuelve uno más
de esta sacra hermandad,
del concilio de los que creen,
de los que han visto un mundo
más allá de la mar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

De los que mantienen viva la esperanza en algo mas alla de lo palpable...

un abrazo