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lunes, 5 de diciembre de 2022

Días difíciles

Frío en el rostro,

ojos vacíos,

pecho en silencio.

Una mano extendida, seca y pálida.

Polvo en la ropa, heridas en la frente.

Junto al cuerpo se vienen los curiosos

y comentan los lances del encuentro.

Que si bueno y valiente parecía,

que si el mucho mérito que tenía…

Uno limpia de sangre el estilete

mientras aguarda el silencio en la plaza.

Ya sin nadie se inclina sobre el cuello

y al oído le susurra un lamento.

“Bien ahí estás,

¿quién te manda resucitar un muerto,

limpiar a un leproso, curar a un ciego?

Este es negocio de tontos y truhanes.

De gente honesta, ni casa ni mesa”.

Envaina el gañán y lento se vuelve

sin reparar en que en el ojo frío

una lágrima como ola cae

y ya por la mejilla, suave, rueda.

Desconfía de muertos

que a llorar llegan.

Otro vendrá

con ojos limpios,

rostro terso y un latido en el pecho.

Una mano que roza dedos secos

para que una idea justa y buena

viva, se extienda, crezca.




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