El balón y el portero se acompasan.
Suspendido en el aire,
una mirada inerme a la pelota,
un suspiro, un lamento.
El balón y la mano no chocaron,
no encontraron los dedos
el cuero hinchado, el deseado premio.
Baja suave la bola,
No se sostiene en lo alto el portero;
También él cae con golpe y estruendo.
Ambos sobre la hierba,
la pelota en la red,
el portero en el suelo.
En el eterno duelo,
esta vez, ha ganado el delantero.
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