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martes, 20 de junio de 2023

Pozos tan blancos

Hace unos días, Felix Ovejero compartía en su muro de Facebook este poema de Juan Ramón Jiménez:

… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros

cantando;

y se quedará mi huerto, con su verde árbol,

y con su pozo blanco.


Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;

y tocarán, como esta tarde están tocando,

las campanas del campanario.


Se morirán aquellos que me amaron;

y el pueblo se hará nuevo cada año;

y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,

mi espíritu errará nostáljico…


Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol

verde, sin pozo blanco,

sin cielo azul y plácido…

Y se quedarán los pájaros cantando.



Me atrapó su musicalidad y lo que decía; pero mi sentimiento no era el mismo. Sobre el mismo fondo, lo que yo diría es otra cosa.


Esto.


Y la muerte es que desaparezcan

los árboles y los pozos, tan blancos;

que ya no sean los pájaros grises

ni la música de los campanarios.


La muerte es que morirán los que quiero

y el cielo azul, de pronto, ya será

oscuridad.


La muerte no deja rastro ni amigos,

ni senda recorrida ni testigos.


Dame, vida, un momento

para soñar que al cruzar el cristal

lo que se queda aún seguirá.


Dame, vida, un segundo

para crear cielos que no veré,

vidas que tras de mí perdurarán.


Dame, vida, un instante,

para pensar que esto que te ofrezco

para otros, mis amigos, quizás

les servirá.

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