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martes, 29 de octubre de 2013

En la noche de Todos los Santos (otra vez)

Húmedos los labios, brillo en los ojos.
Leve aleteo al respirar.
Piel y carne en su lugar,
vientre y garganta, manos;
pies para caminar.
Saberes, esfuerzos, recuerdos...
Ahora los vuelve a invocar,
frágiles vínculos
que a punto está de desligar.
Abandono y frialdad.
Búsqueda de una presencia.
Amor total
¿dónde estará?
Un paso más.
Aún
siente el corazón palpitar,
el frío en el rostro,
el reflejo en sus ojos
de la gris inmensidad.
En unos instantes,
ya nada habrá.
Tiemblan las piernas,
no puede vacilar.
El orgullo será
lo último que morirá;
una postrera mirada,
y la oscuridad.
Un aleteo, un sonido
en el mundo que seguirá.
Un escalofrío al imaginar
el filo de acero bajando,
el final.







Esta es la primera entrada de este blog y también una de las primeras de "El jardín de las hipótesis inconclusas". Hace un año la revisé mínimamente (El final) y ahora, en esta semana de difuntos, he vuelto a ella.