Hace un par de días Manuel Moriarti escribía esto:
"No puedo remediar que me gusten la lluvia y los
ríos caudalosos. Desde que me fui de allá arriba no veo casi nunca llover.
Llevo dos años casi sin ver caer agua más de un par de horas (y tirando por lo
alto). Tampoco tengo suerte cuando vuelvo a casa. A todo el mundo le toca algo
menos a mí y estoy harto. Ayer me vine de Barcelona y ahora me decís que allí
hay invierno. Disfrutadla y poneos la gabardina que yo guardo en el armario."
Me gusto mucho ese inicio, "No puedo remediar que me gusten la lluvia y los ríos caudalosos". Me parecía que había algo evocador en esas palabras. Así que me animé a continuarlas
No puedo remediar
que me guste la lluvia,
los ríos caudalosos...
el gris en las montañas,
el olor de los prados,
del musgo infantil.
La mano de mi padre en la humedad,
entre bosques y helechos,
tras la casa y el hórreo.
No puedo remediar
el brillo en los ojos al evocar
las tardes oscuras de mi niñez,
la cocina, la leche, el café.
No puedo remediar
del norte y el recuerdo
lo que fue.
No puedo remediar
que me guste la lluvia,
los ríos caudalosos...
el gris en las montañas,
el olor de los prados,
del musgo infantil.
La mano de mi padre en la humedad,
entre bosques y helechos,
tras la casa y el hórreo.
No puedo remediar
el brillo en los ojos al evocar
las tardes oscuras de mi niñez,
la cocina, la leche, el café.
No puedo remediar
del norte y el recuerdo
lo que fue.