No me acuerdo de cómo llegué al blog de Jose Zúñiga, tampoco me acuerdo de cuándo fue; me parece que en el 2008. El caso es que me quedé enganchado a su "Tiempo a destiempo". Un poema cada día, un poema diferente: sonetos, alejandrinos, romances, rima libre, noticias de prensa cortadas como poemas... y, sin embargo, siempre Zúñiga. Zúñiga manejaba muchos estilos pero un solo lenguaje, el suyo. Era un poeta con estilo propio, un estilo que sabía verter en los moldes más diversos.
Comencé a comentarle algunos de los poemas; el respondía a los comentarios (qué tarea la suya, siempre atento a poner unas líneas a cada uno de los que se pasaban por sus versos); comentó algunas de las cosas que yo colgaba en mi blog, me dio muy buenos consejos... Fue una relación casi exclusivamente virtual. Nos vimos solamente dos veces. La primera en diciembre de 2009. Aprovechando que yo estaba en Madrid quedamos para comer. Hablamos de poesía, de literatura y un poco también de Derecho, porque José Luis Zúñiga -que se presentaba a si mismo como funcionata- era también un jurista, funcionario de uno de los cuerpos más prestigiosos de la Administración y que había publicado trabajos de títulos tan sugerentes (para ser obras sobre leyes) como "Algunas reflexiones en torno a las valoraciones catastrales", "Comentarios a la legislación de viviendas de protección oficial" o "Perversiones intrínsecas del proceso de valoraciones catastrales".
Pero éste, desde luego, no era el auténtico Zúñiga; el Zúñiga que aprendimos a amar y admirar es el cantautor y sobre todo (para mí) el poeta. Disfrutamos con su "Besos y gatos", tan reciente, con sus libros de poemas y con su blog, tan rico, tan variado. No tuve la suerte de conocerlo en su faceta de frecuentador de baretos, de tertuliano; y lo siento; pero solamente el gozo de casi cada día leer su poesía o sus relatos es suficiente para profesarle una admiración sincera.
La segunda (y última) vez que le vi fue el 25 de marzo, en la presentación de su último libro de poemas. Fue una casualidad afortunada la que me permitió estar allí; llegué por los pelos; pero pude acurrucarme en una esquina y disfrutar del calor de sus amigos, del cariño de los que allí estaban, entregados a un poeta único, bueno en todos los sentidos de la palabra. Disfruté y me emocioné, como todos; y gocé con un Zúñiga al que ya sabía enfermo pero que, misteriosamente, parecía el mismo al que había visto hacía más de un año. La lectura de su último poema fue el punto culminante a algo más que una mera presentación.
Unos días después me llegó un correo de Paloma, y al poco otro. Al día siguiente, lunes, 4 de abril, en el blog de Nares Montero leí una entrada que me conmocionó. La releí y comprobé que no decía de forma explícita lo que me temía y removí blogs aquí y allí hasta que la noticia se confirmó. Por los blogs me llegó la certidumbre.
Se ha cerrado el círculo. Nos quedan muchas cosas, y entre ellas ese extraordinario último poema que leyó el 25 de marzo; poema que es testamento y testimonio. En el último correo que le envié le decía "el último poema que has leído, el que dices que no vas a publicar, es extraordinario. Me gustaría verlo por escrito para poder releerlo. Sabes que me gustan mucho esos poemas tuyos que aprovechan lo mucho de emocionante, trascendente y poético que tiene la religión. Tengo la sensación de que éste te ha quedado redondo". En realidad ya lo había leído. Acabo de comprobar que lo había publicado en su blog el 11 de marzo de 2009 y luego también el 22 de marzo de 2010. A continuación dejo el vídeo con la lectura del poema.
Cierro esta entrada con el poema que escribí para él el viernes, 1 de abril. Al final incluyo un "autocomentario" que es, en realidad, una dedicatoria, una sentida dedicatoria a quien ha sido para mi un maestro.
Solo un héroe
Todos somos héroes,
todos los que vivimos.
Todos los que vivimos somos héroes;
y algunos lo saben.
Jugar a la pelota
en el patio hostil
de un colegio gris.
El miedo a no tener,
el miedo a fracasar,
¡estudiar!
Entre las sombras yace
el no durmiente,
se agita y lo aplacas
por un tiempo.
Y eres feliz
¡cómo no!
lo eres.
Sabes cosas
con las que gozas
y te gozan.
Y el mundo es perfecto
por un tiempo,
por un momento
eterno,
eterno,
eterno.
El tiempo sin tiempo
perfecto.
Una vida de héroe, sin duda.
Amigo Zúñiga. Como verás he jugado (ya lo hice en otras ocasiones) con algunos de tus temas. En este caso son muy evidentes; me gustó mucho tu poema en el que acabas con esa frase: "Vida de un héroe", siempre me recuerda el poema sinfónico de Strauss, y me imagino que a ti también. Quise que fuera título y final porque si me tuviera que quedar con una sola de las muchas cosas que creo haber aprendido leyéndote sería ésta: la heroicidad que surge de la fidelidad a una vocación, la de contar, sentir y hacer sentir; la heroicidad que surge de ser consciente de lo que significa vivir. Quizás es el mismo tema de "Empieza un nuevo día y hablo solo" que también me gustó mucho. He juntado las dos ideas en el título.
El otro elemento que te robo es esa preocupación por el tiempo, y sustituyo tu tiempo a destiempo por el tiempo sin tiempo para llegar a la eternidad, que es mi forma de ver ese devenir que a ti tanto te interesa.