plena de rojo y azul.
Las pupilas se avivan,
penetran en tu luz.
El mundo se ilumina;
se para a contemplar
y lo haces vibrar.
Césped y viento, hojas y cristales,
las cosas son más reales
si viven en tu luz,
si sólo son reflejo,
de tu puro destello;
si lo único cierto
eres tú.
¿Qué importa que este cálido azul
sea tan solo un eco,
que seas tú un espejo
que refleja la luz,
intensa, fría, cierta,
que, febril, yo te dejo?
La entrada original había sido publicada en el año 2008
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