El grifo abierto,
la gotas de agua sobre la piedra
saltan, chispean.
Rebosa ya la cuenca
y se derrama sobre suelo y mármol.
Sigue y fluye.
Cae el agua sobre el agua, te llena.
No basta el pecho para contener
agitación, latido,
el músculo esencial.
¡Ah el amor!
¡Gira la llave!
O no podrás secar
la sal, la sangre, el agua
que resbalan, penetran tu cabeza.
Todo tú no podrá
evitar que tan solo otro sea
que deslizándose bajo los sauces
hacia el mar
va.
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