Hoy tengo un día
muy ocupado:
primero llevo a mi mujer al médico,
a la vuelta corrijo
unos exámenes,
como con los compañeros.
Ya a la tarde leo un par de cositas
para poder completar una nota
y así acabar el trabajo que debo.
Quizas entremedias pueda escribir
algún que otro verso,
ojear poemas
o escuchar la brisa.
En algún momento me he de pasar
por el supermercado
y por el panadero.
Como estará
bueno,
fuera cenaremos.
Y además, por extraño que parezca,
en algún momento
de este día tan ocupado
me habré
muerto y todo será
fútil y, a la vez, eterno.
11 comentarios:
Así es. Muertos vivientes de un lado para otro. Y sin saberlo.
Mi querido Rafael...cuando yo esperaba que dijeras...y luego haremos el amor, o algo similar, tu le das este final inesperado y sorpredente...ahì estriba el genio amigo mìo.
Saludos cordiales
yo pienso en las rutinas y en el ajetreo, siempre he creido que dar sentido a lo que uno hace tiene que ver con la concepción que tengamos de la vida.
Abrazos.
De cuantas pequeñas muertes resucitamos a lo largo de día, Rafael....
(y de cuantas no)
Un beso
Pues sí; esas muertes pequeñas y cotidianas...
Un abrazo, vivo.
Soco
Hola Jose,
sí, pero un día nos pararemos de verdad, y el mundo seguirá, qué extraño ¿no?
Hola Adelfa (Armida),
pretendía esa sorpresa, efectivamente, porque creo que la muerte así nos sorprenderá.
Un abrazo.
Hola Malena, gracias por pasarte. Seguro que tenemos que darle sentido a las rutinas; yo se lo doy, mucho. Me asusta pensar en una vida que no tuviera ese sentido, me sentiría perdido.
Besos.
Hola Inés (y tú),
pero la más terrible es aquella de la que no resucitaremos; o será que nos iremos consumiendo sin darnos cuenta hasta desaparecer. No lo sé.
Besos.
Hola Maria Socorro,
sí, las muertes cotidianas, aunque más me asusta las que no lo son tanto.
Un abrazo muy vivo, como el tuyo.
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