Ha sido todo mero antecedente
de este breve encuentro
de la pierna y la mano,
de la fuerza y el salto.
Dos fines diferentes, enfrentados.
Y, sin embargo...
En ausencia del salto del portero
¿qué mérito sería hacer temblar
poste y red con el golpe del balón?
Sin el tiro ajustado del ariete
¿qué sentido tendría la estirada,
el vuelo suspendido, la parada?
Cuarenta ojos fijos, expectantes.
Ya son recuerdo pases y regates,
Todo ha sido para este momento.
Arma la pierna el delantero,
Se clava en el suelo el portero.
Vuela el balón furioso,
salta el postrer defensa,
mano y balón se encuentran.
Al caer, el cuerpo levanta el polvo
y al izarse muestra entre los brazos
el golpe congelado,
el gol que, otra vez,
ha doblegado.
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