En la noche la brisa
suave mueve un mechón de tus cabellos.
Indolente se mece sin que alcances
a domarlo, ni siquiera a rozarlo.
Tu cabeza erguida, mirada al frente,
rodilla en tierra, piernas separadas.
Las manos a la espalda, las muñecas
ligadas y los puños apretados.
Vence el fuego a la negra oscuridad,
de la batalla el ruido, a la vigilia;
el orgullo y la rabia, a de la muerte
el infantil temor.
Breve es el momento que aún te queda,
poco el aire que tu pecho tendrá.
Tus ojos buscan un postrer fulgor,
Un rostro amigo, la luz de la luna,
la sombra en el suelo de la palmera.
Se agita tu corazón, te golpea.
En la carne penetra el cruel machete,
fuego y estrellas giran sin control.
Cae la cabeza sobre la arena,
todo acabó.
suave mueve un mechón de tus cabellos.
Indolente se mece sin que alcances
a domarlo, ni siquiera a rozarlo.
Tu cabeza erguida, mirada al frente,
rodilla en tierra, piernas separadas.
Las manos a la espalda, las muñecas
ligadas y los puños apretados.
Vence el fuego a la negra oscuridad,
de la batalla el ruido, a la vigilia;
el orgullo y la rabia, a de la muerte
el infantil temor.
Breve es el momento que aún te queda,
poco el aire que tu pecho tendrá.
Tus ojos buscan un postrer fulgor,
Un rostro amigo, la luz de la luna,
la sombra en el suelo de la palmera.
Se agita tu corazón, te golpea.
En la carne penetra el cruel machete,
fuego y estrellas giran sin control.
Cae la cabeza sobre la arena,
todo acabó.
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