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domingo, 4 de diciembre de 2011

Amarillo


Te derramas ingenuamente sobre el asfalto
entre las sombras de luces tenues,
tu borde redondeado por el amarillo
de las farolas y de las cuevas en que habitan
los otros.
Amarillean las riberas escarpadas
de hogares inaccesibles.
Caminar por lo profundo en la ciudad inabarcable
y diluïrse.
No hay viento que arrastre los fragmentos de un yo desnudo.
Se funden las aristas y se mezclan las formas;
dejarás que el aire sólido penetre tu inexistencia
al igual que la luz atraviesa el cristal.
Eres solo una cifra en una matriz inabarcable,
un número que nadie conoce, que no existe;
el número secreto, sagrado.
El flujo de lo que es agota tu inteligencia;
armonías inescrutables, bailes inconsecuentes.
Sabes que alguien lo entiende,
que alguien comprende;
el que deshace imágenes, quizás.
Por desgracia, las imágenes quieren ser.
Te fundes con las gentes y con los edificios,
amarillean las riberas escarpadas
y te diluyes, casi hasta desaparecer.








sábado, 26 de noviembre de 2011

Abismos


Más allá de la piel se abren abismos
donde se mezclan lo tuyo y lo mío,
lo que se ha imaginado y lo vivido;
la fuente secreta de la que nace
un solo instante,
la eternidad.

martes, 8 de noviembre de 2011

Nuca

Miro adelante,
al horizonte azul,
veo mi nuca.

Entre mis ojos
y mi nuca lejana
blanco y azul,
nada.

jueves, 6 de octubre de 2011

Premio

Hoy le han dado
un premio a un poeta
¿qué pensará?
quizás que ahora
más le leerán
y que, entre estos,
estará
quien haya de escuchar
su grito.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Rojo, verde




Rojo, verde,
negro y blanco
colores de una bandera;
de la bandera que miran
extasiados
quienes bajo el cielo gris,
con el fusil en la mano,
confían en el milagro.
Bandera que ilumina
vidas de tantos
que en la pradera aguardan
la luz que les regalan
palabras engendradas
con dientes, sangre y manos;
palabras que se entregan
al aire y a los vientos,
que vuelan y penetran
los oídos atentos
y los corazones desamparados.
Gozan pese al fusil entre las manos
porque ahora comprenden
el gris del cielo,
el verde de los campos,
el blanco de la carne,
el negro de la muerte
y el rojo de los labios.



Esto surgió como comentario hace tiempo en el facebook de Eugenia Rico. Ahora, viendo por casualidad estos vídeos lo he recordado.




viernes, 9 de septiembre de 2011

Headache


Chirrido de persianas tras la frente,
todo está un poco lejano,
oculto tras el dolor.
Piedrecitas que voltean
entre las esponjas grises
desgarran las neuronas
con suavidad.
El mundo se vuelve aguja
que penetra los oídos,
atraviesa el cristalino,
llega al centro del cerebro
y se convierte en gusano
que crea laberintos
entre mis pensamientos.
Inmóvil aguardas
el fin de la náusea.
Que el sol se apague,
llegue la noche,
muera la luz.
Pero sigues pensando,
recreando el mundo,
reiterándolo,
repitiéndolo.
Sigues formando
en tu mente
criaturas,
muerte.




martes, 6 de septiembre de 2011

Bufandas

Detesto las bufandas,
detesto los fulares,
detesto los pañuelos palestinos.
Detesto todo lo que se retuerce
y rodea los cuellos,
y cae desvaído
sobre los pechos vacíos.
Superfluos los adornos
que tapan lo que importa.
Yo quiero un cuello desnudo. Y altivo,
sin temor a la soga, a la cuchilla,
al viento, al frío, al paso de los años.
Yo quiero un cuello esbelto.
Tu cuello
es lo que quiero.





martes, 30 de agosto de 2011

Diosa

Cuando finalmente, oh diosa, te dignes a visitarme
encontrarás las puertas cerradas
los muros cubiertos de escarcha.
Tan sólo el vaho responderá a tu aliento.
El hielo será tu compañero.
Yo, entretanto, te esperaré, inmóvil,
con el corazón en la mano,
latiendo

domingo, 19 de junio de 2011

Paraíso





Verde y húmedo el paraíso
de la infancia recobrada
que pensaste eterno
cuando aún no sabías
lo que era el tiempo.
Los árboles son copas en vitrinas;
el arroyo es un sueño azul, perdido;
la niebla pasa sobre tierra y huertos;
el estiercol y las cinias se acompasan misteriosamente.
Ojos de niño beben la llovizna
al calor de la casa inquebrantable.
Ahora todo ocupa su lugar
en el universo imperfecto.
Ventanas sin cristales
y puertas abiertas
dejan pasar el viento,
que agita las cortinas
en el silencio indiferente.
Todo lo que es
deja sabor a nada
en el aire inexistente.






viernes, 27 de mayo de 2011

Río

Recuerdo tu mano
junto a la mía 
en el río.
Recuerdo el aire frío,
recuerdo el bosque
y las nubes.
Recuerdo la roca
en la que apoyaba
mi espalda
torturada.
Recuerdo aquella tarde
y tus ojos.
Recuerdo tus mejillas,
tus negros cabellos.
Recuerdo tu pierna
blanca,
casi la tocaba.
Mil veces he muerto
desde aquel día.
Mil veces he disfrazado
aquel momento.
Mil veces he buscado
el río el bosque, las nubes
y el cielo.
Mil veces he llorado
sin motivo.
Hoy lo escribo,
algo me ha recordado
que estuve vivo.

martes, 5 de abril de 2011

Zúñiga

No me acuerdo de cómo llegué al blog de Jose Zúñiga, tampoco me acuerdo de cuándo fue; me parece que en el 2008. El caso es que me quedé enganchado a su "Tiempo a destiempo". Un poema cada día, un poema diferente: sonetos, alejandrinos, romances, rima libre, noticias de prensa cortadas como poemas... y, sin embargo, siempre Zúñiga. Zúñiga manejaba muchos estilos pero un solo lenguaje, el suyo. Era un poeta con estilo propio, un estilo que sabía verter en los moldes más diversos.
Comencé a comentarle algunos de los poemas; el respondía a los comentarios (qué tarea la suya, siempre atento a poner unas líneas a cada uno de los que se pasaban por sus versos); comentó algunas de las cosas que yo colgaba en mi blog, me dio muy buenos consejos... Fue una relación casi exclusivamente virtual. Nos vimos solamente dos veces. La primera en diciembre de 2009. Aprovechando que yo estaba en Madrid quedamos para comer. Hablamos de poesía, de literatura y un poco también de Derecho, porque José Luis Zúñiga -que se presentaba a si mismo como funcionata- era también un jurista, funcionario de uno de los cuerpos más prestigiosos de la Administración y que había publicado trabajos de títulos tan sugerentes (para ser obras sobre leyes) como "Algunas reflexiones en torno a las valoraciones catastrales", "Comentarios a la legislación de viviendas de protección oficial" o "Perversiones intrínsecas del proceso de valoraciones catastrales".
Pero éste, desde luego, no era el auténtico Zúñiga; el Zúñiga que aprendimos a amar y admirar es el cantautor y sobre todo (para mí) el poeta. Disfrutamos con su "Besos y gatos", tan reciente, con sus libros de poemas y con su blog, tan rico, tan variado. No tuve la suerte de conocerlo en su faceta de frecuentador de baretos, de tertuliano; y lo siento; pero solamente el gozo de casi cada día leer su poesía o sus relatos es suficiente para profesarle una admiración sincera.
La segunda (y última) vez que le vi fue el 25 de marzo, en la presentación de su último libro de poemas. Fue una casualidad afortunada la que me permitió estar allí; llegué por los pelos; pero pude acurrucarme en una esquina y disfrutar del calor de sus amigos, del cariño de los que allí estaban, entregados a un poeta único, bueno en todos los sentidos de la palabra. Disfruté y me emocioné, como todos; y gocé con un Zúñiga al que ya sabía enfermo pero que, misteriosamente, parecía el mismo al que había visto hacía más de un año. La lectura de su último poema fue el punto culminante a algo más que una mera presentación.
Unos días después me llegó un correo de Paloma, y al poco otro. Al día siguiente, lunes, 4 de abril, en el blog de Nares Montero leí una entrada que me conmocionó. La releí y comprobé que no decía de forma explícita lo que me temía y removí blogs aquí y allí hasta que la noticia se confirmó. Por los blogs me llegó la certidumbre.
Se ha cerrado el círculo. Nos quedan muchas cosas, y entre ellas ese extraordinario último poema que leyó el 25 de marzo; poema que es testamento y testimonio. En el último correo que le envié le decía "el último poema que has leído, el que dices que no vas a publicar, es extraordinario. Me gustaría verlo por escrito para poder releerlo. Sabes que me gustan mucho esos poemas tuyos que aprovechan lo mucho de emocionante, trascendente y poético que tiene la religión. Tengo la sensación de que éste te ha quedado redondo". En realidad ya lo había leído. Acabo de comprobar que lo había publicado en su blog el 11 de marzo de 2009 y luego también el 22 de marzo de 2010. A continuación dejo el vídeo con la lectura del poema. Cierro esta entrada con el poema que escribí para él el viernes, 1 de abril. Al final incluyo un "autocomentario" que es, en realidad, una dedicatoria, una sentida dedicatoria a quien ha sido para mi un maestro.
Solo un héroe

Todos somos héroes,
todos los que vivimos.
Todos los que vivimos somos héroes;
y algunos lo saben.
Jugar a la pelota
en el patio hostil
de un colegio gris.
El miedo a no tener,
el miedo a fracasar,
¡estudiar!
Entre las sombras yace
el no durmiente,
se agita y lo aplacas
por un tiempo.
Y eres feliz
¡cómo no! lo eres.
Sabes cosas con las que gozas
y te gozan.
Y el mundo es perfecto
por un tiempo,
por un momento
eterno, eterno, eterno.
El tiempo sin tiempo
perfecto.

Una vida de héroe, sin duda. Amigo Zúñiga. Como verás he jugado (ya lo hice en otras ocasiones) con algunos de tus temas. En este caso son muy evidentes; me gustó mucho tu poema en el que acabas con esa frase: "Vida de un héroe", siempre me recuerda el poema sinfónico de Strauss, y me imagino que a ti también. Quise que fuera título y final porque si me tuviera que quedar con una sola de las muchas cosas que creo haber aprendido leyéndote sería ésta: la heroicidad que surge de la fidelidad a una vocación, la de contar, sentir y hacer sentir; la heroicidad que surge de ser consciente de lo que significa vivir. Quizás es el mismo tema de "Empieza un nuevo día y hablo solo" que también me gustó mucho. He juntado las dos ideas en el título. El otro elemento que te robo es esa preocupación por el tiempo, y sustituyo tu tiempo a destiempo por el tiempo sin tiempo para llegar a la eternidad, que es mi forma de ver ese devenir que a ti tanto te interesa.

viernes, 18 de marzo de 2011

Ciénaga

Ayer leí un poema de Susana Corullón que me gustó mucho, "Pequeña muerte". Luego me puse a escribir lo que sigue, que no tiene ninguna relación con lo que ella escribió; y sin embargo al final el título de su poema sirvió para rematar lo mío. Es de justicia reconocer su influencia.


Barra de hierro frío,
negro brazo rígido,
trozo de madera,
destellos apagados
al otro lado de la carretera.
Un peso sobre el hombro
te sepulta en la ciénaga.
En el cielo azul
brillan las estrellas;
la vista nublada
y los destellos fríos
al otro lado de la carretera.
La vida está hecha
de mil muertes pequeñas.

jueves, 17 de marzo de 2011

Don Juan

Esto lo escribí hace tiempo como comentario en facebook (y creo que también en el blog de Jose Zúñiga, "Tiempo a destiempo"). Era por Todos los Santos y el Don Juan era un "trend topic" en el que yo no pude evitar caer también...

Daréis gracias al Cielo
si mujer encontráis
que el daño que habéis hecho
os quiera perdonar.
Si tal bondad halláis
...los ojos llorarán,
la boca temblará
presa de una emoción
que nada igualará.
El amor de una mujer
es gracia que Dios regala
y tan sólo un malvado
ese don despreciará.
Una mano descansa en vuestra mano,
un corazón que late junto a vos
 los ojos que se fijan en los vuestros.
Habéis de ser leal como un hermano,
entregado como el dios del amor,
humilde esclavo frente a su señor.

viernes, 11 de marzo de 2011

Canto de ira y fuego (repetido)

Retomo hoy esta entrada de hace un año en recuerdo de las víctimas, de todas las víctimas.

Una mano pequeña
te agarra como ancla;
es tan sólo un recuerdo
en la fría mañana.
Otros recuerdos vienen,
son los que te acompañan
desde aquel otro día,
gris mañana lejana.
Otra mano a lo lejos
que por ti se agitaba;
El asesino azul
tranquilo te aguardaba.
Pero antes las piedras
con sangre han sido untadas.
Él quedó en el camino
y en tu alma su mirada.
Ahora la estás viendo,
aquí, en esta mañana,
definitiva, ardiente,
caótica y extraña.
La sal seca la boca,
la ropa está mojada,
horizonte lejano,
miedo al crujir las tablas.

Regresabas del campo
cuando viste las llamas
cuando oíste los gritos,
tu nombre pronunciaban;
un silbido en el aire
te trajo la desgracia.
Aceptas el periódico
que en el metro regalan
te aprietas contra tantos
que el mismo aire exhalan.
¿Acaso hay diferencias
entre los que para vivir trabajan?

Una mano en el culo,
tragas saliva, pasas.
Los ojos distraídos
se fijan en su cara.
Guapa, morena, pálida.
Le clava la mirada,
ella también le mira,
parece contrariada.
Quiero olvidar su gesto
cuando el café tomaba,
y el sabor de su piel
cuando con él follaba.
Hoy acabo el informe
y hago ya la llamada.
Si estamos a primeros,
otro mes sin la paga,
cogeré los ahorros
para el envío a casa.
Es guapo el tío negro,
lástima que no vaya
por donde yo me muevo;
que baje en mi parada,
le sigo, me lo cruzo,
caída de pestañas.
¿Y el móvil, dónde está?

Como cada mañana
entra en la habitación,
igual que la dejara
el día de desgracia;
bueno, hecha la cama.
La arregló el mismo día
al regresar a casa.
Vio en la mesita el móvil
que entonces olvidara
encendido y abierto;
y que ahora muerto también estaba.

En el Cielo tus hijos
están, a ti te aguardan.
Grita y golpea airado
ante las cajas blancas,
blancas como el metal
del cajón en que viaja.
De pie echa la cuenta
de lo que aún le falta
para acabar el pago
de la pierna moderna
que a su hija regala.
Sabe que allá muy lejos
ella por ella aguarda.
Ahora busca sombra
donde antes jugaba
¿Cuánto dinero cuestan
de un pájaro las alas?
Las manos en los guantes,
todo fluye y encaja,
incluso el traqueteo
con su mente acompasa.
Tranquilo en su palacio
goza de la mañana.
De nuevo han fracasado
los que la paz pactaban.
Superficial artículo,
por algo lo regalan,
luego lo mirará
en...
...y todo estalla.

Sí que es malo el café
del bar de la parada;
pero ella que no tiene
se siente como en casa
entre ruido de trenes
y churros en la barra.
De repente el estruendo
y el mundo que se acaba.
No te puedes mover,
estás petrificada.
El bar es un dibujo
de gente estupefacta.
Tiras del compañero,
hacia el andén avanzas.
Del túnel salir ves
el primer cadáver de la mañana.
Rojo, azul, alarido;
del infierno la entrada.
Tienes que ir, ahí.

Oscuro alrededor,
agua y sangre en la espalda.
Echa en falta su guante,
la mano que guardaba
y el brazo que movía
el mundo en que gozaba.
Fulgores de linternas,
una voz que le llama.
Vio el fuego, oyó la bomba;
la chica se quemaba,
su rostro se fundió;
el fuego rojo avanza
hacia él, indefenso,
la llama ya le mata.
En las piernas temblor,
los hierros ella salta,
la sigues, entras, rezas.

El silencio en la carpa
vuelve sólido el aire.
Muchos allí trabajan
y casi nada se oye;
tan solo las llamadas
en los móviles vivos,
triste y vacua humorada
entre cientos de muertos.
Ve la sábana blanca,
encima una tarjeta
alguien ya la levanta.
Pues sí, ha sucedido
un mundo así se acaba.
Unos ojos cerrados,
sangre seca en la cara,
no más mañanas juntos
perreando en la cama.
Muchos años después
aún recuerda aquella blanca mortaja,
de la que es una copia
la que la luz le tapa.

Llevas en ti la muerte
y un recuerdo en el alma.
El dolor es más fuerte,
sientes como te abraza,
casi te reconforta
en esta hora amarga.
Si tus hijos vivieran...
los sientes a tu espalda,
pronto serán reales;
muerte en vida tornada.
Hoy tiemblan los maestros
que a las cinco aguardan
a los que recogen
esta preciosa carga.
¿Alguno no vendrá?
No aguantan las miradas
que los chavales serios
asustados les lanzan.

La estación está cerca,
los pasos no engañan.
Primaveral calor
de la luz en la cara;
fúnebre negra máscara.
Color de la mañana,
que tras ella se oculta,
ven a mi y me regalas
tan solo dos minutos
para ver la muchacha,
perfume penetrante,
que tan suave me habla.

¡Oh, tristes odios imperecederos!

martes, 22 de febrero de 2011

Valle

En la noche les guie.
Bajamos la montaña
batiendo el corazón
en el frío y el negro.
Masticaba la niebla,
olfateaba el aire helado y gris,
caía la nieve en nuestras espaldas.
No erraba en el camino
que llevaba hasta el valle.
Ninguno se perdió
y pudimos vivir
otro verano más.
¡Hace tanto de esto!
Fue en el tiempo olvidado,
antes de que empezáramos
a encarnarnos en hombres.

martes, 8 de febrero de 2011

Tristeza

Me apetece recuperar una entrada de hace más de dos años que, no sé por qué, es de las más atacadas por los comentarios spam, esos que no saben de dónde vienen y que se limitan a incluir links para otras cosas. Gracias a esos comentarios, que me son comunicados en el correo, la tengo presente semana sí y semana también. A ver si en esta nueva ubicación recibe únicamente comentarios de amigos (reales y virtuales).

Un mundo
desnudo de palabras.
Un niño
sentado a la puerta.
Espera.
Una calle,
en un barrio,
en una ciudad
de cemento
de almas atrapadas,
cansadas.
Un niño que espera
sentado a la puerta
de una casa
cualquiera.
Tarde de cielo gris.
Hora de nada.
Mira la calle
para verla
cuando llegue
con su falda,
sus caderas,
su sonrisa,
blanca y fresca;
para besarla
y olerla
y quererla.
Y tiene la esperanza
de que la noche
no venga
y hoy pueda verla.
Pero llegan
y se lo llevan
y en el coche piensa:
¿y si es verdad
y está muerta?
mientras
las sirenas suenan.

domingo, 6 de febrero de 2011

Mercado

En la mañana fría,
en medio de pirámides
de berenjenas, coles y naranjas;
patatas, lechugas, pimientos verdes;
en medio de puestos que giran,
en medio de fracasos inconscientes;
en medio de sonrisas ladinas,
de gritos desmesurados;
de gruñidos animales
de ropa sin lavar,
en medio del sudor,
en medio de rosas falsificadas;
en medio de lo que llaman vida,
un fragmento entre sangre y estertores.
En medio del mercado
alzo la vista al cielo.
Tras las fachadas descuidadas
se adivinan los retretes y la mierda;
en medio de las pirámides de berenjenas,
de lechugas, coles y patatas;
en medio de los puestos que giran.
En medio de todo eso
siento el cuchillo y la náusea;
y prefiero el cuchillo frío,
el cuchillo afilado;
prefiero la sangre limpia
al pus, al vómito, a los excrementos;
prefiero la sangre como agua fría
a viscosas excreciones.
Lo prefiero.

martes, 25 de enero de 2011

Súbita luz

Súbita luz que me rodea, toda;
los párpados cerrados;
inicio de un ascenso.
Flota en la noche.
Tersos canalillos de sangre rosa
contra el blanco y la carne.
Tu peso se diluye en la cabina,
que sisea cortando el aire negro.
Si ella llegara y tú ya no estuvieras,
si te visitara, ¿lo sentirías?
¿o tan solo desaparecerías?
En las noches siniestras en que viajas
estás tan profundamente cansado
que si no fuera por los otros,
los otros pasajeros, claro;
te dormirías.
¡Adiós!

domingo, 16 de enero de 2011

Dos hermanas

El viernes pasado Eugenia Rico propuso en su facebook un juego que me pareció divertido; ella escribía el principio de una historia y luego quien quisiera la continuaba. Fuimos varios los que nos animamos a jugar y durante esta semana han ido apareciendo en la página de facebook de Eugenia las distintas continuaciones en distintas entregas. Como las continuaciones han ido apareciendo en forma de comentario a distintas entradas el resultado es un tanto caótico, por lo que a Eugenia Fernández Checa (otra de las participantes) y a mi nos ha parecido que podía ser buena idea colgar los relatos acabados en algún blog para que fuera más fácil leerlos. Ella ha colgado el suyo aquí y yo cuelgo el mío aquí.




El capitán se alzó y comenzó a contar su historia. Eran dos mujeres muy hermosas y viajaban solas en un camarote de primera clase. Eran hermanas pero parecían madre e hija porque una de ellas estaba muy enferma. La que no estaba enferma era la mujer más hermosa que había visto en mi vida. (Eugenia Rico)

Y sin embargo, fue de su hermana de la que me enamoré. Cuando las invité a mi mesa sonreía ante los platos que no podía siquiera probar y me miraba con ojos dulces y lejanos: Parecía decirme: "no me desees, ya no soy de este mundo"; pero yo me hundía en ellos sin poder evitarlo.
Cuando cruzamos el Ecuador la besé bajo la noche de dobles estrellas. Creí tener entre mis brazos un pajarillo.
Murió antes de llegar a nuestro destino. Su hermana no se opuso a que entregáramos su cuerpo al mar. "Mejor así -dijo- "sin lápida que la recuerde".
La miré sorprendido, mis ojos enrojecidos se fijaron en los suyos, fríos, tan parecidos a los de su hermana y, sin embargo, tan diferentes... (el relato completo aquí)





Cuando llegaron a Berlín había transcurrido más de un mes desde que habían puesto el pie en Calais...

(...) Por supuesto que Sara tenía más preguntas; pero todos sabían que la entrega de aquel papel era el punto final de la entrevista. Un taxi, cortesía de los Bülow les esperaba a la puerta para llevarlos hasta el hotel. Se había hecho tarde, la noche venía del Este y devoraba las calles y el corazón de Sara.



La brisa hacia flamear levemente las cortinas y el sol se colaba por las rendijas que iban dejando en su ir y venir. La habitación estaba en calma, se oían amortiguados trinos de pájaros que venían desde el patio del hotel y más allá aún un leve rumor de conversaciones en las que se mezclaban los idiomas. Pero todo eso estaba lejos; allí, en la habitación, tan sólo existía la luz cálida de la mañana y el suave devenir del tiempo en el que uno puede gozar sin prisas del calor de un rayo de sol sobre la piel desnuda... (también puede leerse aquí)




El sol del verano golpeaba con fuerza la superficie de la laguna veneciana. La luz era tan intensa que semejaba niebla que cubriera los edificios de la ciudad frente a ellos. Sebastian y Sara paseaban protegidos por sombrillas y gafas de sol cerca de la terminal del Vaporeto...
(...) Sabía que su historia estaba construida sobre mentiras: o bien le había mentido Ana, o bien mentían los papeles que decían que ella era su madre; había mentido el capitán cuando le había ocultado que su padre vivía y quizás habían mentido también Heinrich y Magdalena. Y ciertamente, ella también había mentido, y ella también mentía. El impulso de averiguar la verdad había sido poderoso, muy poderoso; pero la mentira parecía consustancial a su historia; la había acompañado desde antes de nacer, y ni siquiera fue capaz de intentar averiguar la verdad sin mentir.
En todo el mar de mentiras que la rodeaban solamente había dos cosas ciertas: su padre era Carl Bülow y ella estaba embarazada; pero esto último aún no se lo diría a Sebastian, mentiría un poco más.