vivir en una casa de dos pisos,
contemplar cómo crecen los narcisos
y cómo cae la nieve en Tubinga.
Me gustaría enseñar en Tubinga
los conceptos jurídicos precisos
y redactar los libros más incisos
que nunca se hayan escrito en Tubinga.
Me gustaría sentirme seguro
en la tranquilidad de aquel hogar,
libre de la maldad y del conjuro.
Me gustaría llegar a pensar
que el negro pantano, que el bosque oscuro
son tan solo sueño. ¡Ya! ¡Despertar!
5 comentarios:
Estas crónicas tuyas son muy sugerentes. Molan, de verdad.
Un abrazo.
Gracias Jose; me agrada que se cree la impresión de que es una crónica; aunque no es pretendido. Seguro que me entiendes si te digo que casi siempre me sorprendo con el final.
Un abrazo.
¡qUIEN NO HABRÀ SOÑADO CON SU TUBINGA!...hermoso.
Un abrazo
Exacto, Adelfa. Cada uno tiene su Tubinga.
Besos, amiga.
Yo trabajé 3 veranos en Tübingen (71 72 y 73).Volví en el 03, en lo esencial seguía igual. El extrarradio sí había cambiado.
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