por leones hambrientos.
Los cachorros royeron sus huesos,
su carne les sirvió como alimento.
Solamente dos sobrevivieron.
Tan sólo ellos dos en la sabana,
postreros de una especie condenada.
Por azar se salvaron,
y por azar vivieron,
y procrearon.
Y sus crías se arrastraron
y sobrevivieron.
No sabemos su nombre,
ni siquiera si tenían nombre.
Sabemos que murieron,
y que cuando murieron
recordaron
un niño desgarrado
por leones hambrientos.
Y lloraron.
Y fue entonces,
en aquel tiempo sin nombre
cuando empezamos a ser
mujeres y hombres.
6 comentarios:
Espléndido. C'est tout!
Merci, maître!
¡fANTÀSTICO!, asi, asi debiò ser...
Un abrazo
Hola Armida, sí, quizás fue así. Tras concluirlo me asaltó la extraña seguridad de que así había sido.
Un abrazo.
¿ Y por qué no?...¿ Sabemos acaso algo cierto?
Un beso
Hola Maria Socorro. Es cierto, nada sabemos; pero intuimos tanto...
Gracias por pasarte. Un beso.
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