Se refleja el cristal en las baldosas
y se yerguen palmeras contra el cielo,
barullo de maletas sobre el suelo.
Pasa veloz el joven y sus rosas,
se cruza con mujeres aún hermosas,
serias mientras esperan a su vuelo.
Ni una oreja sin móvil ¡qué revuelo!
Llora un niño abrazado a muchas cosas,
cansado por el lento discurrir
del tiempo en el brillante marcador
que rige de la vida el devenir.
Ninguno ve la sombra sin fulgor
que contempla impertérrita el partir
de quienes aún disfrutan del calor.
Inspirado por un cuento de Mario Benedetti.
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