Cuando cansado el cuerpo se detenga
y en la tumba se pudran tus recuerdos.
Cuando hacia el suelo caiga tu mirada
y el azul del cielo ya sea negro;
no mires qué tierra acoge tus restos,
no escuches argumentos de tus deudos,
no persigas que una cruz señale
tus victorias y esfuerzos.
Sonríe y piérdete.
Olvídate de famas y de flores,
banderas, himnos y laureles secos.
Que griten tus huesos desde lo oscuro
que lo que ahí hay es solo de un hombre
envoltorio, aderezo.
Que ningún muerto es más
que el vivo más pequeño.
Honras no quiero,
Un instante de luz,
una mirada, un beso...
Si nada de esto puedes ya darme
inútiles son tus falsos requiebros.
Dejad ya mi mortaja reposar.
En mí crecen las flores y los setos,
cantan los pájaros y sopla el viento.
Aquí sentí mi último latido,
En este lugar el reposo encuentro.
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