Cuando a extinguirse empieza ya la noche,
cuando ya la humedad cala los huesos,
cuando el soplo del viento apaga besos
y los ojos dibujan un reproche;
te arrepientes de haber puesto este broche
a una noche de música y excesos.
Sientes la fría pena de los presos
que en su celda imaginan cada noche
una sábana blanca y una manta.
Por encima de los tejados ves
un tenue carmesí que se levanta,
que recuerda tu nombre, y donde estés
la voz oyes de nuevo que te canta
una nana sentándose a tus pies.
2 comentarios:
Muchas gracias, Rafael. Es un placer leerte.
Hola, Rafael. Tienes todo el permiso del mundo para colgar los poemas que te llaman la atención de entre los que publico en mi blog. No voy a decir nada que suene demasiado a aquello de "Me llena de orgullo y satisfacción...", pero sí es verdad que es increíble que alguien como tú no solo me siga la pista, sino que disfrute y prodigue lo que escribo. Gracias.
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