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domingo, 29 de junio de 2008

Tristeza

Un mundo
desnudo de palabras.
Un niño
sentado a la puerta.
Espera.
Una calle,
en un barrio,
en una ciudad
de cemento
de almas atrapadas,
cansadas.
Un niño que espera
sentado a la puerta
de una casa
cualquiera.
Tarde de cielo gris.
Hora de nada.
Mira la calle
para verla
cuando llegue
con su falda,
sus caderas,
su sonrisa,
blanca y fresca;
para besarla
y olerla
y quererla.
Y tiene la esperanza
de que la noche
no venga
y hoy pueda verla.
Pero llegan
y se lo llevan
y en el coche piensa:
¿y si es verdad
y está muerta?
mientras
las sirenas suenan.

Un mundo
desnudo de palabras.
Un niño
sentado a la puerta.
Espera.
Una calle,
en un barrio,
en una ciudad
de cemento
de almas atrapadas,
cansadas.
Un niño que espera
sentado a la puerta
de una casa
cualquiera.
Tarde de cielo gris.
Hora de nada.
Mira la calle
para verla
cuando llegue
con su falda,
sus caderas,
su sonrisa,
blanca y fresca;
para besarla
y olerla
y quererla.
Y tiene la esperanza
de que la noche
no venga
y hoy pueda tenerla.
Pero llegan
y se lo llevan
y en el coche piensa:
¿y si es verdad
y está muerta?
¿Y si ya no puedo 
mirarla sin que ella
me vea?
¿Y si ya no puedo
olerla
sin que ella me huela?



2 comentarios:

Aurora dijo...

"¿y si es verdad
y está muerta?"

¿Y si ya no puedo
mirarla yo sin que ella me vea,
ni olerla yo sin que ella me huela?

Qué tristeza.

Aurora.

Rafael Arenas García dijo...

Me gusta la forma en que acabas el poema, incluido el último verso "Qué tristeza".
Gracias Aurora.